El primer ejemplar de gato balinés lo encontramos en Estados Unidos a finales de los años 40. Aunque está casi probado que su origen proviene de diversos cruces de gatos siameses portadores del gen del pelo largo, otra teoría sostiene que esta raza proviene de cruces entre el siamés y el angora.
El nombre de gato balinés no proviene, como vemos, porque provengan de Indonesia. El origen de este nombre proviene de la graciosa forma de moverse de estos gatos, que recuerda a las danzas típicas de Indonesia y a las bailarinas balinesas.
El cuerpo de la raza balinés es largo y muy musculado. Aún así, sus extremidades son delgadas. Sus patas traseras son más altas que las delanteras. Los hombros no son más anchos que las caderas. Su cabeza es de tamaño medio, equilibrada al resto del cuerpo, forma triangular y perfil recto. Sus orejas son grandes y puntiagudas, y sus grandes ojos de forma almendrada son de un azul intenso le dan un aspecto muy distinguido y misterioso.
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Su pelo es largo y fino como la seda. Es semilargo en el cuerpo y algo más largo en el vientre, en los hombros y en la cola. Los colores de su pelaje puede ser blanco, marrón (claro u oscuro), gris (oscuro o azulado) o color crema.
El gato balinés es un gato muy sociable y afectivo. Suele ser un gato muy fiel a su dueño, llegando incluso a ignorar al resto de la familia. Es un gato muy expresivo, simpático e inteligente. Pero también es un poco cabezota y egocéntrico, lo que generalmente le impide convivir con otros gatos en la misma casa.
Es un gato que adora estar al aire libre, siendo un excelente trepador (gracias en gran parte a la gran musculatura de sus extremidades). Por ello, aunque se adapta a la vida en apartamento, es aconsejable que viva en una casa con acceso al jardín.
Un cuidado fundamental para la raza balinés es el cepillado. Hay que cepillar al gato una vez el día en período de muda, y al menos una vez a la semana en período normal. Y es que su pelo tiende a hacerse nudos.
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